Monopoly para la acidez de estómago
Trago primero: Señor que pide una hipoteca por el 100% del valor de la casa a comprar. La pelea bien y no presenta avales porque no se los piden. Paga un par de cuotas y después se abandona a la suerte. Entre llamadas, papeles, demandas y pleitos se pasan los tres años y el banco se queda la casa. Coste cero, alquiler cero. Ora un banco, ora una entidad financiera, ora una constructora deseosa de ventas, el individuo prueba todas las zonas residenciales. ¡Eso sí que es una filosofía de vida!
Trago segundo: Señor al que le diagnostican una enfermedad terminal. Lo piensa, lo repiensa, lo vuelve a pensar y decide que es mejor hacer reparto de bienes antes de morir. Todos los bienes. Acto seguido se pasea por todos los bancos pidiendo créditos al consumo, que no requieren más avales que la nómina o poco más. Cogiendo un poquito por aquí y otro por allí se hace de una pingüe cantidad que también reparte. Despues sólo quedará esperar a que amaine el temporal, hasta que todos puedan recordar al papá que en ya descansa en paz.