TERAPIA PARA EL DESAHOGO DE PROPIOS Y EXTRAÑOS - AÑO 2

viernes, diciembre 22, 2006

Situaciones kafkianas

Como ya les dije en un anterior post, me he mudado a un piso de nueva construcción. La parte más divertida del asunto, es que escrituramos con agua de obra, algo bastante normal en Madrid. La empresa pública que tiene a su cargo el servicio de agua potable en Madrid, el Canal de Isabel II o más popularmente"el Canal", tiene la costumbre de demorarse meses entre la licencia de primera ocupación y la acometida real y efectiva del tan preciado elemento y servicio básico para la vida. Pero aun hay más: El Ayuntamiento también pone sus impedimentos, pues ha establecido desde hace unos meses un "cupo de calas" por mes y barriada, a fin de que "Madrid no esté lleno de zanjas".
Hace una semana aproximadamente hicieron la famosa cala para la acometida definitiva y ayer y antes de ayer estuvieron instalando los contadores. Pero entre que se instalan los contadores y se codifican en su base de datos (requisito indispensable para contratar) pueden pasar 3 días (o más si hay festivos). Es decir, que cortan el agua porque aunque está todo preparado, ellos ignoran oficialmente que hay gente viviendo. La solución es obvia: todos los vecinos que habitamos el edificio tuvimos que obrar de fontaneros instalando las piezas que faltaban para puentear la acometida y tener agua.
En teoría nos enfrentamos a una sanción, pero esta situación debe ser tan común que los alambres del precinto estaban perfectamente holgados de forma que se podía hacer la conexión sin romperlos.
Qué rica el agua ilegal.

miércoles, diciembre 13, 2006

Alarmados

Acabo de estrenar piso de nueva construcción (después de muchos años de ahorro), y hete aquí que se me presenta un nuevo gremio en mi vida: las empresas de seguridad. Ya me han visitado representantes de 3 de las empresas más conocidas de la seguridad privada. Yo hasta ahora nunca había pensado en ponerme una alarma, y después de estar tan contento con mi flamante puerta acorazada resulta que no vale para nada, que la abren con un soplo. Son buenos estos profesionales metiendo el miedo en el cuerpo. Ah, y lo mejor viene cuando te dicen: si en su rellano su vivienda tiene alarma, irán a robar al vecino que no tiene. Entonces yo pienso: si todos nos pusiéramos de acuerdo y no pusiéramos la susodicha alarma, estaríamos en igualdad de condiciones ante el azar delincuentil. Pero si mi vecino pone una, irán a por mí. Alarmado estoy.

martes, diciembre 12, 2006

Sábado noche

El sábado pasado los vecinos que duermen al lado dieron una fiesta en su casa. Eran las 3 de la madrugada y por lo que me contó al día siguiente mi marido, la fiesta continuaba a todo gas. Yo dormía y él se desveló, (podría haberse ido a la fiesta ya que tan cerca estaba…). Un tercer vecino, que tampoco tenía ganas de fiestas, debió llamar a la policía. Vinieron rápidamente y mi marido, desvelado, desde la ventana del salón los vio venir y equivocarse de portal. Se colaron en el nuestro. Aporrearon mi puerta hasta que él les abrió. Yo dormía y los niños también. Reproduzco tal y como a mí me lo han contado:
- La policía (un par de ellos. Descorteses y con poca educación, pues ni buenas noches dieron): Nos han dado un aviso que están haciendo mucho ruido en esta casa.
- Mi marido (con chulería): Pues no. No es aquí. No se...., quizá sea al lado.
- La policía (con más chulería): ¿Es que este no es el número 6?
- Mi marido: No. Este es el 8. Aquí, hasta ahora estábamos durmiendo (mintió).
- La policía: ¡Mierda!!
Y se fueron con la misma arrogancia con la que habían venido, sin disculparse siquiera.
Mi marido que siguió desvelado vio salir a 9 personas de la fiesta de al lado y por fin se hizo la paz y el silencio en el edificio.
Yo de todo esto me enteré al día siguiente. Pero me pregunto, ¿qué hubiera pasado si no hubiese estado él despierto y estoy yo sola durmiendo como un lirón? ¿Hubieran llegado a tirarme la puerta abajo y darme un susto de infarto; o tal vez se les hubiese ocurrido pensar que pudieran estar equivocándose y comprobar el número antes?

lunes, diciembre 11, 2006

Memoria Histórica

José era carpintero, un buen carpintero. Con constancia y esfuerzo lograba que cada labor trajera otra nueva. José era conocido por su trabajo y por su prudencia. Su trabajo le permitía vivir con holgura. Su prudencia le habría puertas. José nunca juzgaba a la mano que le traía faena. Su negocio siempre permaneción abierto para todos. Era un buen tipo José.

José fue apresado por los rojos. José tenía dinero, trabajaba para los ricos, tenía empleados. Tales argumentos llevaron al paredón a José. Trabajo, prudencia y paredón. El trabajo lo acusó y la prudencia lo salvó, aunque alguien tuvo que certificarla.

José fue apresado por los azules. José no era rico, trabajaba para la chusma y cuidaba de sus empleados. Era José sospechoso de haberse salvado de morir. Al paredón volvió José. Trabajo, prudencia, paredón y dieciocho. Sólo el azar defendió a José.

Uno ¡PAM!
Dos ¡PAM!
Tres ¡PAM!
Cuatro ¡PAM!
Cinco ¡PAM! .........
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Dieciseis ¡PAM!
Diecisiete ¡PAM!
Dieciocho ¡VIVA ESPAÑA!

A José le venció la emoción. José no quiso ver más. José siguió trabajando prudentemente sin luz y sin rencor. Es difícil odiar a todos, todos los días.

La guerra nos vuelve alimañas, decía José, mi abuelo.

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martes, diciembre 05, 2006

Dar de baja una línea de teléfono

Estoy ante la tesitura de dar de baja una línea de telefonía fija. Me pongo a temblar, pues he oído historias truculentas. En teoría, darse de baja tiene que ser tan fácil como darse de alta. Pero esto es en teoría. Llamo a su número de atención al cliente, y tras varios sistemas automáticos, consigo, al cabo de unos 5 minutos, hablar con una operadora. No está mal. Le cuento que me quiero dar de baja, sí, baja definitiva. Me toma nota y me informa que se pondrán en contacto conmigo entre 24 y 48 horas para iniciar el expediente de baja. Me quedo un poco escamado, pero decido confiar. Al cabo de unas horas, recibo una llamada de "número privado", y la persona que llama se identifica como comercial de la empresa de telefonía. Me hace más o menos un tercer grado sobre el motivo por el que quiero la baja. Le explico, con toda tranquilidad, mis motivos. Me hace una contraoferta en la que me ofrece ¡la mitad de la cuota que venía pagando! (una oferta limitada a un año). Le reitero que no me interesa. Finalmente se da por vencida y me asigna un número de expediente de baja. Me comunica que un "periodo no superior a 15 días" me dará de baja la línea. Le pregunto si es necesario que les envíe algún documento, un fax, por ejemplo. "No, señor, por supuesto que no". Les seguiré contando.

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