TERAPIA PARA EL DESAHOGO DE PROPIOS Y EXTRAÑOS - AÑO 2

jueves, agosto 17, 2006

La doctrina callada

Su, la del horno, nos recuerda en su post que un asesino mató a su hija al negarse a participar en un matrimonio pactado. Primó el honor por encima del cualquier otra consideración filial.

Durante los días en el que los jóvenes franceses decidieron emular a los falleros valencianos escuché todo tipo de reflexiones y argumentos que intentaban explicar aquellos hechos. Desde los que reclamaban un trato de delincuentes comunes hasta los que solicitaban un chupete para calmar el llanto desesperado de la infantes maltratados por la sociedad, todos querían dar con las claves del origen y la solución a este conflicto en el mínimo tiempo posible. Las noticias son efímeras y requieren tramitación urgente. Sin embargo, de entre los motivos aducidos de tipo psicológico, uno se me fue afianzándose con más fuerza: qué ingrato debe ser la convivencia en el lugar que tus padres usan y desprecian al mismo tiempo.

Nacer junto a una sociedad --miren bien que dicho "junto y no "en"-- que te da las mismas oportunidades que, en teoría, tus padres han venido a buscar, que aprendes a apreciar y a considerar como adecuada, que te aleja del sentir de tus antepasados, que te mantiene en una permanente duda entre lo que es correcto y lo que es deseable, que te obliga diariamente a optar y que, además, violenta las normas escritas en tu propia mesita de noche por tus modelos familiares, ha de ser terrible. Más aún a edades que te impiden discernir con claridad. Esta situación te obliga a buscar salidas allá donde se presenten y a descubrir culpables lejos de los que nada te reprochan al llegar a casa. Algunos continuan el camino marcado, los más construyen una nueva existencia. Pero no todos los que se rebelan salen bien parados, surgiendo otra vez la dramática noticia que requiere explicaciones perentorias.

3 Comments:

Blogger Juan Haldudo said...

El barbarismo, la cosificación del ser humano, el que no es de mi tribu es mi enemigo... Contra éso es difícil luchar por que hay demasiados obstáculos, desde el bienintencionado ingenuo al que se la meten doblada hasta el intolerante que no cede ni un ápice. Nchts! Sobre el tema de la inmigración y la integración me pareció interesante -y me gustó mucho- el libro de Giovanni Sartori (Pluralismo, Multiculturalismo y Extranjeros) por cuanto tiene de clarificador de cuáles pueden ser los problemas que se nos presenten en Europa y en cualquier país occidental. Es un libro previsor e incómodo, por lo que no se tendrá en cuenta salvo para descalificarlo.

17/8/06 13:29

 
Blogger Nexus said...

Reciprocidad es la palabra que debemos exigir al inmigrante cuya ¿cultura? está claramente en contra de nuestra libertad e igualdad, de los valores occidentales y democráticos. Al inmigrante se le da una ciudadanía: deberá corresponder con respeto al modelo cultural del país de acogida; sin perder su individualidad, pero acatando nuestros valores.

17/8/06 14:15

 
Blogger wilson said...

Este verano surge una idea consensuada por todos los grupos por la que en las siguientes elecciones municipales podrán votar todos los inmigrantes residentes, siempre y cunado en su país nos permitan hacer lo mismo a los españoles. Es una gran idea. Ese es el camino pero a todos los niveles.

17/8/06 16:58

 

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