La Pimpinela Escarlata

Me reconozco un humilde discípulo de Luis Amézaga, yo soy uno de esos fulanos que en la “Vida de Brian” habrían seguido a la babucha que, decían, había sido usada por el Mesías. Ninguna novedad, los moros lo hacen por millones en torno a un ñusco.
No es que tenga mucho tiempo, Maragall tiene muchos hermanos y a todos hay que conectarles el fondo de inversiones a esos presupuestos del estado que yo alimento calculando momentos flectores como un león. Diencéfalo, ayuda a superar las ganas de bajarse a la calle a montar barricadas, oxigenado el cerebelo con alguna carcajada, vamos, una sesión de SPA a precio de tarifa plana.
Mucho me temo que mis gustos tienen más bien poca importancia, tampoco los tienen los de PedroJotaCalvorotas, pero además de unos gustos sexuales más que discutibles (y lo digo por su mujer, no por el famoso video) tiene un periódico, en el que escribe los domingos un largo y casi siempre pedantillo editorial: Esta semana se ha retratado:

“… No es que esté engañando a los españoles, sino que el suyo es un caso de desdoblamiento de personalidad a lo Jekill y Hyde, pero con pleno conocimiento de causa. Como en ningún momento de la metamorfosis deja Zapatero de ser él mismo, el proceso se parece más al de los héroes de cómic que en medio de sus insulsas existencias sienten de repente la pulsión de ponerse el traje de faena, hacer acopio de sus poderes ocultos y afrontar los más grandes y nobles empeños. Es el momento en que Clark Kent entra en la cabina telefónica y en el que Batman y Robin salen de la batcueva. …”.

Creo que debería citar la fuente, o en su defecto, regalar un DVD con la primera comunión de Luís y hacer una reseña a Diencéfalo al lado de los números del cupón de la Once.