El Tribunal Constitucional más internacional

Garzón es un juez controvertido. Ante una justicia garantista aplica la ley de un modo arriesgado. Si ve indicios, aunque sean débiles, decide aceptar los trámites y actúa. Sonoros son sus logros y también sus fracasos. Con él comenzaron los procesos contra ciudadanos extranjeros, por delitos cometidos en suelo extranjero y víctimas españolas. Nadie había quitado el sueño a Pinochet hasta que Garzón decidió complicar su agradable vejez.

Los juicios sobre delitos de jurisdicción extranacional han pasado a formar parte de nuestro paisaje cotidiano, siendo la sentencia del Tribunal Constitucional del pasado miércoles un punto de inflexión en la historia de la justicia española e internacional. Los tribunales españoles podrán juzgar delitos de genocidio y crímenes contra la humanidad cometidos en otras naciones, aunque no haya víctimas españolas.

En el blog de Magda, concrétamente es su post "Beneplácito ante...", se hace una disertación sobre este tema y entre sus comentarios se alzan pocas voces a favor y muchas de desconfianza. Ojo, Magda recibe muchísimos comentarios, lo cual siempre es revelador para hacerse una opinión general.

Yo no soy un defensor acérrimo de nuestro sistema judicial, aunque creo que no vamos por mal camino. Pero si nos atenemos a la sentencia del Tribunal Constitucional afirmo rotundamente mi apoyo. De todos los argumentos a favor, uno sobresale a los demás: con estas actitudes se despiertan las conciencias y se fomentan las autocríticas de los ciudadanos.

Basta recordar el "Proceso de Burgos" en 1970, para comprender la situación de soledad del franquismo frente a los demás países, el Vaticano y gran parte de su propia sociedad. Hubiera hecho falta que nos hubieran ayudado antes.