Entre buitres y gavilanes
Lo curioso es que eran las casi las cuatro de la tarde y aún no habíamos comido. Entre cliente y cliente se nos
había pasado la hora de comer.
- ¿Allí?.
- Allí mismo, dije.
Era un bar de barrio, repleto de jubilados y trabajadores recién llegados de
su jornada intensiva. Sudor, voces, pieles morenas, sandalias enpolvadas y cerveza fresquita. Qúe rica está la cerveza cuando tienes sed y la garganta
llena de cemento.
- Dos cervezas y algo de cocina.
- Marchando.
La mesa de la esquina quedó libre y allí descansamos. Junto a nosotros estaba la televisión con su ruido atronador. La gente miraba la tele y a nosotros indistíntamente. Los anuncios se perseguían sin cesar reclamando la atención
de los dos tres vejetes que dormitaban apoyados encima del periódico. ¡Qué
calor hace, carajo!.
Pero de pronto, los vozarrones acallaron, los dormilones abrieron los ojos y las miradas se volvieron hacia nosotros. Mi compañero y yo quedamos desconcertados. Yo me miré el pecho por si me
había puesto alguna medalla con la salsa de las albóndigas. Pero al pronto nos percatamos de lo que reclamaba la atención del público. De la televisión surgía una empalagosa tonadilla: "ese es mi hombre, que me mira y me desnuda....". Yo miraba estupefacto a la grada y a la pantalla. Una telenovela que engancha a la reserva espiritual de la heterosexualidad. Y por fin salió ella entre curvas y sombreros.
No había duda, el hueso está de moda en contra de las apetencias populares.
¡Viva la chicha mollar!.
2 Comments:
He aquí un hombre con criterio. ¡Qué viva! (Y donde esté Rubens, que se quite el VOGUE).
30/8/05 17:53
eso eso! la carne es bella ! :P
1/9/05 03:10
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