Bodas y banquetes
Este puente tuve la desgracia de ser invitado y no poder escaquearme de una boda… La primera boda a la que asistía desde que está vigente la Ley antitabaco. Tenía curiosidad por ver como funcionaba la prohibición en el banquete. Suponía que iba a ser un cachondeo… Pero hete aquí que no se fumó en ningún momento. Y todo fue igual, exactamente igual: Las mismas horteradas, salidas de tono y tradiciones de toda boda española media. Bueno, no había puros en los detalles del final, obviamente. Pero no faltó la espada toledana, las bromas de dudoso gusto al novio, el repartidor de Telepizza, el impuesto revolucionario, la muñeca hinchable en el coche de los novios y demás elementos etnológicos hispanos. ¿Nadie quiere hacer una tesis?
5 Comments:
Por primera vez, y sin que ésto sirva de precedente, estoy plena y totalmente de acuerdo con Demetrio. Recuerdo que en la planificación de la mía (un horror más, mi ex-familia política era sueca. Coordina éso) al menos logramos arrancar la promesa de la directora del hotel que no entrasen ni mariachis ni abominables tunos. En fin.
4/5/06 10:35
No visteis al detective de la SGAE??? :)
4/5/06 14:55
No está mal a veces un poco de consenso...
5/5/06 07:42
Voy a disentir, que si no, me aburro.
Los acontecimientos sociales como bodas, bautizos y comuniones, incluso entierros, marcan nuestras biografías. Nos podremos reír de ellos y subestimarlos, pero ahí están, convirtiéndose para bien o para mal en la línea maestra de la vida y del álbum de cada uno. Eso sí, sin humo las señales son más limpias :)
5/5/06 10:37
Cierto, Luis; pero a veces algunos de los detalles de esos eventos se convierten en nauseabundos, por lo menos, para mí. Y ahora empiezan las comuniones: para mí son lo peor de lo peor. Mi opción es que es posible hacer las cosas de otra manera, sólo hay que proponérselo...
5/5/06 12:08
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