Un día sin patentes.

El lado formal de la visita:

La entrada a la II Conferencia de Software Libre de Málagaera gratuita como cabría esperar es este tipo de eventos. Un programa apretado de conferencias indica bastante actividad formativa y un salón con unos ventipocos mostradores te muestra la realidad del empeño. El esfuerzo que están realizando las administraciones autonómicas para fomentar la implantación del software libre no está teniendo aún el reflejo adecuado en los sectores mercantiles. Estas conferencias se anuncian como unas de las más importantes del sector y los participantes empresariales no se hacen eco de ello. Las publicaciones del ramo se afanan constantemente es mostrarnos modelos económicos basados en la aplicación de software libre pero pocos de los implantados se atreven a salir a la palestra.

Los rincones más frecuentados fueron los de las administraciones y sus correspondientes sistemas operativos: Andalucía presentaba su Guadalinex, Madrid sus EducaMadrid y Max, Castilla la Mancha su Molinux, Valencia su Lliure y Extremadura su Linex. Esta última presentaba una variante lúdica llamada JuegaLinex con todos los juegos libres del universo linux dentro. El resto de expositores se veían tristes y con poca fuerza. Se echó de menos el empuje empresarial de las grandes firmas de hardware que ya han visto el lado goloso del mercado libre y a algún representante de Apple que de fe de los grandes favores que están recibiendo del mundo rebelde.

Las conferencias se estiman de calidad por lo escuchado en radio y leido en internet, aunque no se ven grandes avances estratégicos en el horizonte más cercano.

Crónica amarillorosácea:

Nada más entrar, en una mochila naranja modelo "joven con inquietudes", de esas cruzadas a la espalda, tan lejos de las modelo "progreloneta" que se llevaban hace unos años, te entregaban un par de bolis, todo el programa de las conferencias, una radio a pilas de diseño, una camiseta para machotes con el logo del evento y otra para adolescentes femeninas de talla dudosamente universal. Las azafatas (azafatos también había), eran de buen ver, aunque he de remarcar que existen grandes diferencias entre las del otro día y las del Salon Inmobiliario. ¡Donde va a parar!

Salvo los que pertenecían a las administraciones públicas, los expositores eran bastante reacios a dar algo más que explicaciones. Normal. Una marabunta que regresaba de una de las conferencias se agolpaba en los mostradores pidiendo su ración de regalos (¿es el chandal el uniforme de los informáticos?). Cada uno de ellos cogía cinco cedés. Supongo que para ir siempre en contra de lo que que allí se preconiza, que la copia es legal y gratis. Dame, dame.

A la hora de la comida, los patrocinadores nos obsequiaron con un bufet frío bastante apañadito que compartí con un estadounidense que estaba a punto de casarse con una nativa. ¡Una menos! --escuché decir al otro lado de la mesa.

PD. Ya he instalado el sistema operativo de Madrid, MAX, que es el que mejor le sienta a mi ordenador. La nueva versión de Guadalinex basada en Ubuntu le da ardores por ahora. Lo siento, Chaves, ha sido sin querer.