Derechos históricos

Cada vez que los oigo nombrar me producen repulsa. Lo siento, no tengo yo la culpa. Se invocan como cortina de humo para levantar falsas espectativas y despistar al contrario, sin darse cuenta del daño que están haciendo. Los derechos históricos y la lengua están siendo utilizados como arma arrojadiza, un parapeto amenazador que oculta una egoista concepción del estado. Sin embargo, lo peor de esta forma de hacer política no es sino la perversión de una masa social ciega que no es capaz de percatarse del adoctrinamiento que vienen sufriendo desde hace más de treinta años.

La primera vez que leí "Homenaje a Cataluña" sufrí por dos motivos: por la guerra en sí y porque la izquierda española perdió el tiempo y el ímpetu en discusiones que a la postre resultaron peregrinas. Y por esa estupidez tan supina de los gobernantes de antaño y por la debilidad que otorgan a las democracias las luchas de poder al margen de la sociedad, Franco se paseó recogiendo la cosecha. Todos los españoles pagaron en diferente medida, pero lo que es seguro que todos perdimos.

Ahora vivimos el momento de reescribir la historia, tapando, cambiando, recuperando o usando viejas pendencias para conseguir nuevos logros. Gente como Haro Teglen nos dicen que "No hubo dos bandos en España: hubo una república española democrática y otros más fuertes, mejor armados y ayudados que la derribaron" (El País, 15/09/05). Otros como Huguet, Conseller de turismo, comercio y consumo de Cataluña, señalan que "la legalidad republicana en Cataluña no se rompió", ya que, tanto la Generalitat en el exilio como el retorno del ex presidente catalán Josep Tarradellas y la anulación, en 1977, del decreto de Franco que en 1938 había derogado el Estatut catalán y abolido la Generalitat, dieron ya "continuidad histórica" a "la Generalitat republicana"(Radio Barcelona). A nadie importan los peligros de una memoria distorsionada y manipulada para fines no siempre dignos.

Cambien la Constitución si lo creen conveniente y si así nos mejora a todos, mas no permitan que se nos olvide todo lo que hemos pasado. Somos sólo lo que nos hemos ganado a pulso. Los malos fueron muy malos, pero los buenos deberían hacer acto de contrición y dejar de hacerse las víctimas.