Jugando al monopoly

Resulta que yo soy promotor y he encontrado una loma de vistas fantásticas
al mar. Esta parcelita no está calificada como urbanizable y tiene un valor
ecológico moderado. Como conozco al alcalde y sus acólitos, la voy a comprar
barata y luego pensaré qué hago con ella.

Al alcalde le gusta comer bien y tiene unas hijas muy lindas con ganas de
volar de casa. Durante una comida le dejo caer que sus niñas podrían irse a
estudiar a su propio piso, para no tener que compartirlo con nadie ni vivir
en residencia alguna, de esas caras pero de pocos servicios, que yo tengo
alguno justo por la zona de la universidad, que me he visto obligado a
comprar una parcela sin valor alguno y que hay que ver lo mayores y guapas
que se han puesto.

Tres vinos más tarde se define un plan de poco riesgo para el edil. Se
pordrá construir en la parcela pero manteniendo intactos todos los árboles
de la zona. Es decir, que podré vender los chalés que le había comentado
hacía un vino.

Nos despedimos y convenimos en dejar pasar un tiempo prudencial. Él se va
por su camino y yo me tomo una última copita para celebrar la consecución
del otro plan, el plan definitivo. Se aprobará la modificación que hemos
convenido, habrá un lamentable incendio fortuito, se perderá tristemente el
valor ecológico actual y se cambiarán los proyectos de construcción de
chalés por otros de mayor envergadura. Seguro que habrá que callar al
alcalde con algún coche para las niñas, pero eso ya se verá.