El factor

Doy gracias por tener un trabajo en el que, si meto la pata, como mucho se pierde dinero, o en el peor de los casos, me pueden llegar a despedir. Porque no dejo de pensar en lo que pasará por la cabeza de factor de RENFE (ahora Adif) que se equivocó aquel fatídico día en el que dio luz verde al talgo, sin acordarse de que previamente había hecho lo propio con el mercancías que venía en sentido contrario en un tramo de vía única, cerca de Chinchilla (Albacete). Se dio cuenta menos de un minuto después de la cagada, pero ya no se podía hacer nada. No sabía el número de móvil de ninguno de los maquinistas, ni tenía conexión con las respectivas cabinas. Lo intentó en balde: cuando comunicó con el puesto de control de Valencia, el choque ya se había producido unos segundos antes. Pónganse por un momento en la piel del factor: has tenido un mal día, no te puedes concentrar, no te quitas de la cabeza ese problema personal... acabas de dar paso al talgo, está ya saliendo de tu estación, y en ese momento, notas que un sudor frío te recorre el cuerpo, pues acabas de acordarte que diste paso al otro tren 3 minutos antes. Sólo te queda 1 minuto, quizás menos para advertir a los conductores. Los dos convoyes se encontrarán a más de 100 Km por hora sin que les dé tiempo a frenar, ambos con una masa de cientos de toneladas...
No deja de ser grave que en nuestros tiempos se puedan producir situaciones de este tipo por un simple fallo humano. Y este tramo sigue igual, con control humano en 2006. Mientras tanto, seguimos empeñados en realidades nacionales y estatutos.