Dos posiciones

Imaginemos que ETA va a deponer las armas y que se volcará en el proceso político. Los batasunos, con los peneuvistas y los socialistas secesionistas podrán reclamar la separación del estado. Ese es el escenario que está por llegar.
Por ahora vemos cómo se discuten dos formas de actuación bastante diferentes. Unos defienden la necesidad de alcanzar el alto al fuego definitivo planteando la posibilidad de que posteriormente se constituya una mesa de negociación donde se podrá hablar de cualquier tema. Otros, en cambio, prefieren que esa mesa de negociación quede bien definida antes incluso de que se acallen las armas.
La primera opción requiere grandes dosis de liderazgo y templanza para que una vez sentados sepan utilizar los apoyos y los límites que los españoles les otorgan. La segunda opción se basa en una postura de fuerza previa que desmantele los argumentos del contrario.
Puede ocurrir que los partidarios de la segunda opción acepten demorar sus exigencias a fin de permitir avances en el proceso de abandono de las armas, pero transformándolas en límites y fronteras por las que ningún negociador podrá cruzar.
Como la templanza y la paciencia se presuponen, los buenos negociadores reforzarían tanto su liderazgo como su mano izquierda.