Tele-entierro
Desde que la tele se hizo rosa hay un grupo de periodistas becarios --los que tienen suerte de serlo-- que viven permanentemente en los aeropuertos a la espera de que algún famoso les haga un desplante. A ellos no les duele la dignidad porque son unos mandados. A los jefes tampoco, porque les obliga la libertad de expresión. Y a la libertad de expresión, menos todavía, pues esas cosas nada tienen que ver con ella.
Estos días atrás hemos padecido la retransmisión de un funeral. No es el primero ni será el último. Mi primer recuerdo de gran funeral televisado en directo fue el de Carrero Blanco. Despues llegaron otros más o menos importantes, algunos de inmenso dolor compartido. El tratamiento habitual de estos acontecimientos era de contención y más testimonial que participativo. El respeto se convertía en el principal filtro de la cámara de televisión. Así debe ser o de lo contrario destruiremos la última llave que permite mantener cerrada la esfera personal de cada uno. No es lo mismo frivolizar con la muerte que hacerlo con los finados o con sus allegados. No es igual acompañar que entrometerse, describir que protagonizar.
Tele-entierro está en marcha. Ya mismo nos tropezaremos con bandas de becarios esperando en los pasillos de los tanatorios.
4 Comments:
Creo que van a perder audiencia, el sabado tuve que quitar SRosa por las conexiones en directo con el tanatorio :)
29/3/06 12:43
Recordad que el botón que enciende la tele también vale para apagarla... Lo peor es dejarla en "stand by" (y no me refiero al consumo de electricidad). Y se puede vivir sin televisión. Creedme: es posible. Intentadlo y veréis como no es tan difícil. Es una gran liberación.
29/3/06 14:46
Y tu que lo digas, Nexus.
29/3/06 16:18
Hay algunos que viven de la desgracia ajena, lo malo en realidad es que se pierde mucho el respeto. Saludos Wilson, por aquí nos pasamos de vez en cuando aunque no comentemos.
1/4/06 03:37
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